La minería en Bolivia es tan antigua como la historia del país, pero su marco moderno tomó forma real bajo la influencia de una serie de acontecimientos fundamentales de la historia boliviana. Ya en el siglo XVI, el descubrimiento del Cerro Rico en Potosí dio a Bolivia relevancia internacional como centro minero. Esta mina de plata fue, durante un largo periodo, el proveedor más importante de este metal en el mundo ya que se calcula que en los siglos XVI-XVIII se extrajeron 60.000 toneladas métricas de este metal. Sin embargo, esta riqueza fue utilizada básicamente por las potencias coloniales, mientras que la población obligada a trabajar en labores pasaba penurias extremas.
Así las cosas, la Bolivia independiente siguió basándose en la minería, especialmente en el estaño, que se convirtió en su principal producto de exportación a finales del siglo XIX. El auge de los llamados barones del estaño, como Simón Patiño, fue capaz de convertir a Bolivia en uno de los mayores productores de estaño del mundo. Sin embargo, esta industria tenía una propiedad muy centralizada en manos de unas pocas oligarquías muy poderosas, lo que trajo consigo graves desigualdades y malestar social.
La mitad del siglo XX marcó un hito muy importante. En 1952, tras una revolución, el gobierno boliviano nacionalizó la industria minera creando la empresa estatal COMIBOL, siglas de Corporación Minera de Bolivia. Con ello se pretendía redistribuir la riqueza y democratizar los beneficios de la minería. Durante décadas, COMIBOL dominó la industria minera de Bolivia, controlando la mayoría de las operaciones mineras a gran escala. El uso ineficiente, la falta de inversión y la inestabilidad de los precios de las materias primas acabaron por debilitar esa actuación y abrieron el mercado a otros actores.
Hoy en día, el sector minero de Bolivia está formado por grandes y pequeñas empresas estatales, empresas privadas extranjeras y nacionales, mineros cooperativistas y una multitud de pequeños mineros informales. Refleja la variedad dentro de los complejos entornos económicos y políticos que han dado forma a Bolivia a lo largo de los tiempos, así como la diversidad de sus recursos minerales.
COMIBOL, la corporación minera nacional, sigue desempeñando un papel central en la industria minera de Bolivia, aunque su influencia es mucho menor que en su apogeo a mediados del siglo XX. La corporación explota varias minas importantes, la más notable de las cuales es la mina de estaño de Huanuni, una de las mayores de Bolivia. Sin embargo, en las últimas décadas, COMIBOL ha luchado contra la ineficacia, la corrupción y la falta de acceso al capital para invertir en tecnología moderna y exploración.
Por ello, desde la década de 1990 se está llevando a cabo un esfuerzo de revitalización de la corporación, especialmente bajo la administración del Presidente Evo Morales, 2006-2019, que planeaba reafirmar el control estatal sobre las industrias clave. Morales impulsó una agenda nacionalista de los recursos con la intención de aumentar los ingresos estatales procedentes de la minería y renegociar los contratos con los inversores extranjeros para asegurarse mejores beneficios en Bolivia. Los resultados han oscilado entre la ambivalencia y el escepticismo, ya que las operaciones estatales han seguido luchando con equipos anticuados, disputas sobre derechos laborales y problemas medioambientales.
Además de COMIBOL, la industria minera boliviana cuenta con varias empresas privadas extranjeras y nacionales que se dedican principalmente a la explotación de minerales clave como el zinc, la plata y el litio. Una de las mayores empresas mineras extranjeras que operan en Bolivia es la mina San Cristóbal, propiedad de la japonesa Sumitomo Corporation. La mina San Cristóbal es una de las mayores productoras de zinc y plata de América Latina, situada en el departamento de Potosí. Con la mayor inversión extranjera, este proyecto emplea las técnicas mineras más modernas, de las que gozan pocas explotaciones en otros países. Más recientemente, Bolivia también ha apostado fuerte por las reservas de litio, entre las mayores del mundo. El Salar de Uyuni, situado en las alturas de los Andes, alberga enormes recursos de litio, un componente crítico para las baterías de los vehículos eléctricos y otras tecnologías de energías renovables. El gobierno de Morales se vio sometido a la presión política popular para mantener esta industria estratégica en manos nacionales y, como tal, impulsó las empresas mixtas controladas por el Estado y se mostró más decididamente frío con la inversión extranjera. Durante años, la empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos ha estado en el centro de la estrategia del litio en Bolivia, pero una y otra vez es incapaz de cumplir sus ambiciosos objetivos de producción debido a limitaciones tecnológicas y de infraestructura.
La política boliviana de inversión extranjera en minería ha oscilado entre periodos de apertura y fases de nacionalismo de los recursos. Como consecuencia, algunas empresas internacionales se han retraído, entre otras cosas por las complejidades normativas y los riesgos inherentes a la inversión en el país. Las empresas extranjeras siguen siendo inversores cruciales en el sector minero de Bolivia, donde se requieren importantes inversiones en infraestructuras y tecnología.
La característica más peculiar y socialmente relevante del sector minero boliviano es la preeminencia de las cooperativas mineras. Se trata de pequeños mineros organizados bajo una estructura colectiva, y constituyen la mayor parte de la producción minera boliviana, especialmente en estaño y plata. La base de las cooperativas mineras en Bolivia se remonta a la década de 1950, cuando la nacionalización desplazó a muchos trabajadores a formar cooperativas para poder continuar con la minería.
En las últimas décadas, especialmente con el declive de la influencia de COMIBOL y los altibajos de la demanda mundial de minerales, el número de cooperativas ha aumentado considerablemente. En la actualidad, existen miles de cooperativas mineras en toda Bolivia, que emplean a decenas de miles de personas en trabajos a menudo precarios.
Aunque las cooperativas son un medio para crear empleo y dar oportunidades a los bolivianos, también se enfrentan a una serie de retos. Muchos de los mineros de las cooperativas trabajan en condiciones muy peligrosas, sin apenas acceso a la tecnología moderna ni a equipos de seguridad. Además, la relación entre las cooperativas y el gobierno ha sido conflictiva en algún momento. Las cooperativas tienen un gran peso político y son uno de los principales bloques de votantes; su carácter informal y poco regulado ha provocado la degradación del medio ambiente y cuestionado la recaudación de ingresos. Las cooperativas mineras no siempre tienen que pagar los mismos impuestos y están sujetas a normativas similares a las de las empresas privadas. A lo largo de los años han surgido multitud de interrogantes sobre esta cuestión, que afectan a la equidad y a la viabilidad a largo plazo del sector.
En los últimos años, los enfrentamientos entre las cooperativas y el Estado se han agravado, y los puntos de disputa han incluido los derechos laborales y los controles medioambientales. El gobierno de Morales intentó formalizar aún más las cooperativas y, paralelamente, mejorar las condiciones laborales, pero todo ello con un éxito limitado hasta la fecha. La mayoría de las cooperativas se oponen firmemente a una mayor regulación gubernamental por temor a que esto reduzca su autonomía y rentabilidad.
Otro componente importante de la industria minera boliviana es el sector minero informal y a pequeña escala. Las actividades mineras del sector informal suelen ser llevadas a cabo por mineros individuales o pequeños grupos sin licencia ni permiso alguno. La mayoría de las veces, estos mineros aprovechan los yacimientos que tienen valores marginales o los emplazamientos de minas abandonadas; dando así su contribución a la extracción de oro, estaño y wolframio.
Del gobierno boliviano emanan muchos desafíos contra el sector minero informal. Los mineros informales explotan minas en zonas medioambientalmente sensibles, lo que provoca deforestación, contaminación del agua y degradación del suelo. La minería de oro a pequeña escala, debido al uso de mercurio, representa una preocupación especial para la salud de los mineros y sus comunidades. Además, las condiciones en las que suelen trabajar los mineros informales suelen carecer de protección laboral básica o de normas de seguridad, lo que está detrás de un índice muy elevado de accidentes y explotación laboral.
La formalización de la minería informal se ha producido, pero es un proceso muy gradual. Es un sector que da sustento a muchísimos bolivianos pobres y, por eso, es políticamente sensible. El gobierno ha puesto en marcha diversos programas para intentar que los mineros informales se integren en cooperativas o sigan marcos normativos, pero en general la aplicación de la ley es irregular y muchos mineros siguen operando al margen de la legalidad.
El litio ha acaparado la mayor y creciente atención en los últimos tiempos, ya que se trata de un componente crucial de las baterías de los automóviles eléctricos y del almacenamiento de energías renovables. Los recursos bolivianos están entre los mayores del mundo y se concentran en el llamado Salar de Uyuni. Mientras la demanda aumenta día a día, se está a la espera de que Bolivia empiece a desempeñar un papel importante en el mercado mundial.
Sin embargo, el desarrollo de la industria boliviana del litio ha resultado lento y lleno de desafíos. Aunque la empresa estatal YLB se ha encargado de gestionar los recursos de litio del país, ha tenido dificultades para pasar de los proyectos piloto a la producción a gran escala. La insistencia de Bolivia en mantener un control mayoritario sobre los proyectos de litio ha disuadido a algunos inversores extranjeros, que no están dispuestos a comprometer un capital significativo sin un mayor control operativo.
Las ambiciones de litio de Bolivia también se enfrentan a una serie de retos tecnológicos. Debido a la alta concentración de magnesio en las salmueras de Bolivia, extraer litio de las salmueras del Salar de Uyuni es más difícil y costoso en comparación con otros países como Chile o Argentina. Esto ha obligado al Gobierno a realizar grandes inversiones en investigación y desarrollo para encontrar mejores métodos de extracción.
Además, la política del litio de Bolivia ha estado en consonancia con sus objetivos políticos y económicos más generales. El gobierno de Morales quería asegurarse de que la explotación del litio no sólo generara ingresos, sino que también contribuyera al desarrollo de un negocio nacional de fabricación de baterías. Sin embargo, lo cierto es que este ambicioso sueño aún no se ha cumplido, y Bolivia sigue ocupando una posición relativamente secundaria en el mercado mundial del litio.
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La industria minera en Bolivia se enfrenta a graves problemas medioambientales y sociales. La deforestación, la contaminación del agua y la erosión del suelo son fenómenos extremos, sobre todo en ciudades como Potosí y Oruro. El uso de sustancias químicas tóxicas en la extracción de oro -mercurio y cianuro- suscita preocupación por la salud pública y la sostenibilidad a largo plazo de las operaciones mineras.
Además, la minería boliviana se ha asociado en repetidas ocasiones a condiciones laborales deplorables. Muchos mineros, sobre todo los empleados en cooperativas o en el sector informal de la economía, trabajan en condiciones peligrosas con acceso limitado a equipos de seguridad o atención sanitaria. En algunas regiones, el trabajo infantil y las condiciones de explotación laboral siguen sin disminuir.
El impacto social es otra consecuencia importante de la minería. Se prevé que la mayoría de los centros mineros de Bolivia reflejen altos niveles de pobreza y desigualdad social. Si bien la minería aporta empleo y oportunidades económicas, no toda la riqueza resultante de la extracción de minerales se ha distribuido equitativamente. De nuevo, esto ha provocado tensiones sociales y protestas.
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¿Cuáles son los principales minerales producidos por la industria minera de Bolivia?
La industria minera de Bolivia se centra principalmente en la extracción de estaño, plata, zinc y litio. Históricamente, el estaño ha sido uno de los minerales de exportación más importantes del país, siendo Bolivia uno de los principales productores mundiales. El país también es rico en plata, sobre todo de la famosa mina de Cerro Rico, en Potosí. Además, Bolivia es un importante productor de zinc, extraído en gran parte de grandes explotaciones mineras como la mina de San Cristóbal. En los últimos años, el litio se ha convertido en un recurso muy valioso, y Bolivia posee algunas de las mayores reservas de litio del mundo, situadas en el Salar de Uyuni.
¿Qué papel desempeñan las cooperativas mineras en la industria minera boliviana?
Las cooperativas mineras desempeñan un papel crucial en el sector minero de Bolivia, especialmente en la extracción de estaño y plata. Estas cooperativas están formadas por pequeños mineros que trabajan colectivamente, a menudo en condiciones peligrosas, sin el mismo nivel de apoyo tecnológico que las grandes empresas. Las cooperativas son una importante fuente de empleo para muchos bolivianos, pero también se enfrentan a retos relacionados con la seguridad, la normativa medioambiental y las condiciones laborales. A pesar de estos retos, siguen teniendo influencia política y son una parte clave del paisaje minero del país.
En la actualidad, el sector minero boliviano está inducido por una interacción de legados históricos, minerales diversificados y escenarios políticos y económicos en constante cambio. Empresas estatales como COMIBOL, empresas privadas nacionales y extranjeras, cooperativas mineras y mineros informales realizan diferentes tipos de aportaciones que conforman la posición de Bolivia como importante productor mundial de minerales como el estaño, la plata, el zinc y el litio.
Sin embargo, la minería boliviana también se enfrenta a numerosos retos. La degradación del medio ambiente, la desigualdad social y los conflictos laborales son problemas importantes que el Gobierno y los agentes del sector deben tener en cuenta. Además, aunque hay un gran potencial en sectores emergentes como el litio, superar las barreras tecnológicas, financieras y políticas para explotar ese recurso llevará mucho tiempo.
El éxito a largo plazo de la industria minera de Bolivia dependerá de que continúe su crecimiento económico teniendo en cuenta la sostenibilidad social y medioambiental. Bolivia, rica en riquezas minerales, es un país inmensamente prometedor en el panorama minero mundial, pero su futuro depende de la eficacia con que gestione los retos y las oportunidades que le aguardan.
Sources:
(1) https://insightcrime.org/investigations/gold-mining-state-sanctioned-scourge-bolivia/
(2) https://www.responsiblemines.org/en/2023/10/the-challenges-of-small-scale-tin-mining-in-bolivia-peru-and-brazil/